En nuestros parlamentos hay discursos brillantes de vez en cuando. Hay buenos oradores o no tan malos. Y luego está el que nos los creamos o no... Felipe González a ratos puede seguir siendo brillante pero no sé si ya nos lo creemos tanto.
La credibilidad hay quien la tiene de nacimiento, quien la consiguió pagando clases de comunicación y quien la obtuvo a base de poder. Es curioso como todos nuestros presidentes ganan seguridad y cotundencia y son mucho más creíbles cuando llevan unos años mandando.
Pero la credibilidad puede servir para decir verdades, mediasverdades interesadas y también mentiras.
Así que ¿a quién deberíamos creernos?
Esperanza Gómez, es una parlamentaria andaluza que lleva muy poco tiempo en el cargo y que cobra tres veces el sueldo mínimo interprofesional (1945 Euros). No sé cuantas veces se había subido a esa tarima ni de qué otros temas habrá hablado o tendrá que hablar. El caso es que dudo que haya alguien que no se crea este discurso tan discutible en cuanto a calidad narrativa e interpretativa y, sin embargo, tan poco cuestionable en cuanto a legitimidad.
La nueva política ha metido en los parlamentos a personas que cuentan cosas en primera persona y que están legitimadas por su historia y por su salario. ¿Alguien se atreve a dudar de que en Andalucía se está escatimando la ayuda a los niños con Síndrome de Down después de escuchar esto?
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